Por I∴ y P∴ H∴ Alejandro Dedoff Salcedo, 33°
Soberano Gran Comendador del Supremo Consejo del Grado 33° del R∴E∴A∴A∴ para la República del Paraguay y del Gran Oriente del Paraguay
Muy Queridos Hermanos:
Al volver nuestra mirada hacia la Fundación del Supremo Consejo del Grado 33° del Rito Escocés Antiguo y Aceptado para la República del Paraguay y Gran Oriente del Paraguay, de la Masonería Nacional, el 1° de junio de 1871, no lo hacemos desde la nostalgia, sino desde la conciencia plena del significado que ello tiene para nuestra Identidad Masónica nacional.
El Supremo Consejo del Paraguay fue edificado por hombres de visión y carácter, verdaderos iniciados que entendieron que la Masonería Escocista no debía ser un simple eco de fórmulas extranjeras, sino una realidad viva, enraizada en nuestra historia, cultura y destino como Nación.
Hombres como Juan Adrián Chaves, José Segundo Decoud, Christian Heisecke, Bernardino Caballero, Patricio Escobar, Serafín Rivas, Francisco Sapena Pastor, Antonio Taboada, Cecilio Báez, entre otros, pusieron los cimientos de este templo invisible en el que hoy trabajamos. Sus nombres no deben ser pronunciados en vano, sino recordados con gratitud y estudio, porque en sus vidas se funden el pensamiento filosófico, el compromiso cívico y el Ideal masónico.
La reconstrucción del Paraguay, emprendida con resolución por Hermanos que no aceptaron el silencio ni la distorsión, fue un acto de patriotismo, de justicia histórica y de fidelidad doctrinal.
Hoy, nuestro Supremo Consejo se mantiene de pie, no por la voluntad de unos pocos, sino por la legitimidad que le otorgan sus raíces profundas y la coherencia de sus principios.
Y en este día tan significativo, deseo expresar un profundo agradecimiento a todos los QQ.·.HH.·. miembros del Consejo de Administración, a los Presidentes de las Oficinas, a los colaboradores de las distintas comisiones, y a cada voluntario que, con sus aportes silenciosos y su entrega constante, hacen verdadera docencia al elevar los conocimientos, la moral y el espíritu de los Hermanos.
Vuestra labor discreta, perseverante y generosa es una de las columnas vivas que sostienen la obra común.